Nos encontramos en Alcazarquivir, primavera de 1956 con la VIII Bandera allí destacada. Al finalizar el horario de instrucción de la mañana, algunos jóvenes Oficiales, si su servicio se lo permitía, solían montar a caballo. Uno de ellos dirigiéndose al legionario ordenanza de la Sala de Oficiales le dijo: "Vete a la Residencia de Oficiales y le dices a Botos (pues así se llamaba el encargado de los dormitorios), que te dé la fusta del Teniente De la Llave". El emisario tardó en regresar más de lo que hubiese deseado el Teniente, cuando lo hizo traía unas botas en la mano que entregó al Oficial, al tiempo que le decía: "Las botas deben ser éstas, mi Teniente, pero la llave no la he encontrado".
Alucinaciones antirreglamentarias
En Alcazarquivir, el Cabo Nicolás de la VIII Bandera había cobrado los atrasos de su conseguida paga de Sargento y siguiendo la costumbre, invitó a beber a todo el personal con galones en el Mesón Legionario con la debida autorización del Jefe de la Bandera, que se abstuvo de asistir. Este tipo de reuniones se solía efectuar después de silencio y a puerta cerrada. Los vasos de vino peleón corrían que daba gusto. Un Oficial recién llegado al Tercio bebió algo más de lo que permitía su medida y tuvo que ser acompañado a su dormitorio para reposar la mona. Otro Teniente y un Cabo hicieron las veces de porteadores y mientras le ayudaban a desvestirse, apareció en la puerta el Comandante que en silencio y en la semioscuridad, contemplaba muy serio la escena; el indispuesto Oficial, al verlo, intentó ponerse firmes y soltó un cansino a sus órdenes mi Comandante. El Cabo que no vio al Comandante por estar de espaldas a la puerta, comentó como se la ha cogido mi Teniente, que hasta tiene alucinaciones... Al día siguiente, el Teniente, recibió una atenta nota del Comandante en sobre reservado que decía: Por tener Vd. alucinaciones antirreglamentarias cumplirá 24 horas de arresto en su domicilio...
El servicio de fusilamientos
En el destacamento de Alcazarquivir, en un atardecer de invierno habían llegado dos Alféreces de la I.P.S. (uno de complemento médico y otro abogado) que se incorporaban para realizar sus seis meses de prácticas. Durante la cena (todos en la misma mesa redonda presidida por el Comandante Jefe) alguien lanzó la broma: Mi Comandante, el Oficial de servicio de fusilamientos del lunes se ha dado de baja; ¿ a quién se nombra para mañana? El Jefe, encajando la broma, respondió: "Los Alféreces recién incorporados y así hacen prácticas; el abogado que mande el piquete y el médico que certifique la defunción.. Terminada la cena los Oficiales se retiraron a descansar; los nuevos Alféreces hicieron sus maletas y se personaron en la habitación del Comandante: ¿Da usted su permiso, mi Comandante? ¡Pasen! "Mire, mi Comandante (dijo el letrado) nos vamos al Hotel España, denos usted por no presentados porque aún nos quedan unos días de plazo que nos dio el Diario Oficial; yo no tengo costumbre ni pistola y éste (señalando al médico), no está colegiado en Marruecos".
¡ Oye Melón!
Un Oficial de la VIII y su novia paseaban en 1957 por una calle de Alcazarquivir. Por la acera contraria se pasó un legionario que saludó correctamente. Nada más cruzarse, el Oficial recordó que tenía que mandar una nota al cuartel y llamó al legionario: ¡legionario!, ¡legionario! Éste, que ya se encontraba un poco lejos, no escuchó las voces y siguió caminando. Entonces el Oficial gritó: ¡Oye Melón! El legionario se giró y al ver al Teniente corrió hasta donde se encontraba y se cuadró ante él: ¡A sus órdenes, mi Teniente! Mira, cuando llegues al cuartel le das esta nota al Oficial de Guardia. ¡A sus órdenes! Nada más marcharse el legionario, la novia le soltó al Teniente una auténtica bronca: "¿No te da vergüenza? Me parece muy mal que llames Melón al legionario, y mucho más delante de mí... ¡no hay derecho!... ¡vaya forma de tratar a la gente!". El Teniente aguantó sin inmutarse el chaparrón y dejó que su novia se despachara a su gusto hasta que le dijo: ¿Has terminado? Ese legionario se apellida Melón, Federico Melón; ¡no querrás que le llame López!.
Castellano en 5 segundos
En Alcazarquivir y durante los tensos momentos anteriores a la independencia del Protectorado, un legionario de la VIII Bandera dió conocimiento a sus superiores de que un musulmán le había propuesto la compra de un arma y, si lo deseaba, le prestaría auxilio para que desertase. Para obtener la mayor información posible y cazar in fraganti al susodicho se preparó un montaje con la participación del legionario y éste aceptó el trato con el moro. Llegado el momento de la entrega del arma y ocultos en las inmediaciones, varios Oficiales y Suboficiales contemplaban la escena hasta que, a una señal, el legionario agarró al elemento no dejándole escapar.
Inmediatamente comenzó el interrogatorio y desde ese momento el musulmán contestaba a todas las preguntas con ana m’an araf (no entiendo, no se...). Se le preguntaba en Sherja y él sigue contestando ana m’an araf, ana m’an araf; y entonces alguien en un arrebato de cólera cogió al musulmán y le metió la cabeza en una alberca para animarlo a colaborar... y cuando a los cinco segundos sacó la cabeza del agua, el caribe soltó en castizo castellano: Me c. en tu padre..., ¡que me estás ahogando!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario